Entonces, la preocupación que se suma a mi lista es: ¿Y si mañana lloro entrando a la universidad?
5.2.12
No quiero llorar
Realmente me entro pánico cuando una señorita le dijo a mi mamá o adulto que me acompañaba que no podía llevarme de la mano hasta donde estaban mis compañeritos nuevos, que iba a tener que caminar yo sola con mi mochila a cuestas hasta el flamante patio de colegio. Me acuerdo, o quizás me acuerdo del recuerdo, que me costaba hacer rodar las ruedas de la mochila por un camino de piedritas molestas. Todo parecía tan grande, y mamá etc, estaban lejos atrás de una puerta verde. Me daba una vergüenza terrible llorar (Por Dios, ¡Ya tenía 6 años!) pero no pude evitar que se me nublaran los ojos porque las cosas no estaban saliendo precisamente como quería y siempre fui muy caprichosa.
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jajaja no vas a llorar, relax!
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