Ya no me rehuso a desnudarme ante tu penetrante mirada. Ya no me rehuso.
¡Mirame! Hoy no me avergüenza que me mires.
Están cayendo, envejecidas y cansadas, las que alguna vez se jactaron de ser verdes, jóvenes y hermosas.
¡Mirame!
Están cayendo sobre tus manos, se deshacen crujiendo bajo tus pies las que alguna vez fueron mi ego, mi orgullo, mi vanidad. Te las entrego.
¡Mirame! que están cayendo mis ropajes.
Y solo queda lo que soy: un pobre tronco con los brazos extendidos al cielo. Un trozo de leño con el anhelo de tocar el sol.
¡Mirame! Te necesito."
Sofita
La mano redondita de La Trexis queriendo alcanzar un cielo de eucaliptos.
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