11.2.13

Hormigas-Infinito

"Vos vas a lograr grandes pequeñas cosas. Vas a ver" 
Pachufrita

"Lo que de verdad necesitamos es un cambio radical en nuestra actitud hacia la vida. Debemos aprender por nosotros mismos, y también enseñar a los hombres desesperados que en realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino si la vida espere algo de nosotros. Dejemos de interrogarnos sobre el sentido de la vida y, en cambio, pensemos en lo que la existencia nos reclama continua e incesantemente. Y respondamos no con palabras, ni con meditaciones, sino con el valor y la conducta recta y adecuada. En última instancia, vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a las cuestiones que la existencia nos plantea, cumplir con las obligaciones que la vida nos asigna a cada uno en cada instante particular."

Viktor Frakl, El hombre en busca de sentido


Hace unas semanas en lo de mi tía descubrí colgadas de un perchero dos fotos, la Madre María Teresa de Calcuta al lado de dos motoqueros en blanco y negro, con toda la pinta de estar haciendo un largo viaje. No tengo idea quienes eran, y tampoco lo pregunté porque estaba ocupada tratando de entender que había en aquellas imágenes que me sacudía tanto.
Eran imágenes de vida totalmente diferentes. Viajes muy distintos. 
Todo el año un par de mis compañeros filosofales estuvieron discutiendo sobre Leibniz y el infinito en acto. No entendí ni jota del problema matemático, pero de repente me dí cuenta del abismo sin fondo que es cada persona.
Una canción de Calle 13 dice que hay seis mil millones de habitantes. Seis mil millones de personas únicas e irrepetibles, con diferentes historias personales, culturales y sociales, creencias, religiones, libertades, gustos, sueños, metas, valores, caracteres, pensamientos, sentimientos... 
¡Cada persona es un infinito en acto!  Cada persona mira el mundo desde sus ojos, con sus propios colores y perspectiva, ocupando un lugar en tiempo y espacio que nunca va a poder ser abarcado por otro.
Somos infinitos e ínfimos a la vez. Somos hormigas. Conocemos hormigas, nos movemos en un hormiguero. Ayudamos a hormigas. Nuestro infinito nos desborda, y lo compartimos y forjamos en conjunto,  pero nada de lo que hagamos va a iluminar a todos los demás.
Sospecho entonces que todo esto se trata de conocer nuestro propio infinito de hormiga y asumirlo, hacerlo propio. Conocernos, aceptarnos, querernos. Encontrarnos en otros infinitos hormiga y así ensancharnos. Ser otra foto colgada en el perchero de mi tía. Una foto en blanco y negro o en color, en cualquier lugar del mundo, en una moto o firmes en la tierra, pero una foto nítida, una fotaza. Una foto que valga la pena ser vista, que arranque una sonrisa. 

* Esta es una hormiga-infinito a la que le debo gran parte de mi hormiguitez infinitada (La trexis)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Y a vos qué te parece?