28.3.13

Levántate, tu fe te ha salvado.


Es increíble como las cosas empiezan a andar cuando uno se decide a seguir tirando para adelante.
Sin saber para donde disparar pero tirando para adelante fue como llegué a Pascua Joven. Una amiga de una amiga me dijo que iba a estar bueno, que podía participar. Con un poco de miedo al principio, y con más actitud de "¿A ver que onda? que de "Voy a dar lo mejor de mí y algo bueno va a salir", caí en reuniones de 300 coordinadores sin ver a una sola cara conocida, acordándome masomenos del nombre de Sofi y nada más. Sin embargo unos meses después encontré en ella otra de esas amigas desperdigadas por el mundo que la vida te las presenta en bandeja en el momento justo en el que son necesarias y en sus amigos mucha buena onda para bancar a la filósofa demente.
Llegué con fe, como siempre, pero sin nada de confianza -¡¿dónde se ha visto?!-, por estar muy dolida. Pascua Joven me sanó. Compartirme con el corazón y escuchar otras vidas, solamente estar junto a mil doscientas personas en búsqueda me hizo sentirme orgullosa de mí. Yo también soy tan ser humano como ellos, tengo muchas más preguntas que respuestas y busco. Está bueno también desgastar suela, que esa búsqueda duela. Creer es un poco estar en pelotas, pero está bueno ser vulnerable y jugarse por el otro.
Hace poco me dí cuenta discutiendo que realmente creo que puedo cambiar el mundo. Me emocioné mucho y me puse mal ante la crítica "no vas a poder, nada nunca va a cambiar, nadie puede cambiar a nadie, nada de lo que hagas va a importar"... "¿Ah no?¿Y entonces qué hago?" Quiero dar toda mi vida para el cambio, desde donde estoy, porque realmente creo que vale la pena apostar a la vida. ¡Si no gano no tengo nada que perder! Vivir creyendo es eso. Ya me dí cuenta que no soy Gandhi, y lo más probable es que no pueda solucionar el hambre en África, pero soy Victoria Kowalski, y si tengo que dejar mi vida para sacarle una sonrisa a la persona que tenga al lado, quiero hacerlo con toda la garra que tenga.
Creo que esta actitud de la revolución de lo pequeño es altamente contagiosa. Tengo un montón de locos visionarios a mano que padecen de lo mismo, y a juzgar por lo que me dicen, creo que yo también infecto a otras personas.
Así que sigo como siempre, sin saber donde caranchos va a terminar mi barca. Pero ojalá nunca me entere, porque la verdad es muy divertido estar así de viva.

Grupito 67.

19.3.13

En una santería con Pachufrita


Vendedor hablando por teléfono: Traeme 10 de San José, 10 de la Medalla Milagrosa, 10 de la Dulce Espera... y 50 de San Francisco que subió en el raiting.

13.3.13

En el Atril

El Atril es el paraíso de cualquier lector. Justo enfrente la estación de Morón, es enorme y todos los que trabajan ahí están un poco chapitas. -Otra razón por la cual creo que en el algún momento voy a dejar mi curriculum, creo que encajo con el perfil-
Fui a cambiar un par de libros y estaba revolviendo las estanterías localizando libros usados -siguiendo el consejo de uno de los chicos que trabajan ahí- cuando otro con el típico delantal rojo-naranjoso pasó distraído por al lado mío diciendo en vos baja "Control mental, control mental"
-¡¿Control mental?!¡¿Qué onda?!
-No sé, esta librería es más flashera...-me contestó mientras se agachaba a buscar un libro en un pedacito del último estante de una repisa, donde se leía en un cartelito negro y dorado: "Control Mental".

Cónclave

Antes de ayer, después de caer que ayer empezaba el Cónclave.

Victoria: Wau, ¡¿Osea que mañana podemos tener Papa?!
Alejito: No, no va a salir mañana.
Victoria: ¡¿Por qué no?!
Alejito: Na, nunca pasó eso. ¡Son como 180 cardenales! No va a salir por mayoría la primera vez.
Victoria: ¿Nunca, nunca, nunca pasó eso?
Alejito: No. Bueno, una vez si.
Victoria: ¿Cómo?
Alejito: Jesús le dijo a Pedro: "Sos vos".

Dios compañero

Si quieres, te acompaño en el camino,
y en el camino vamos conversando.

Y al conversar, tus hombros se descargan;
descargas, pues tu peso voy llevando.

Pues pesa el peso de tu desencanto
y es tu resignación aún más pesada.
Pero te sostendré, pues ya sostuve
la cruz de toda cruz en mis espaldas.


Me duele que te alejes de los tuyos,
y el creciente dolor de tu aislamiento;
pues toda mi pasión es ver reunidos
a los hijos de Dios que andan dispersos.

Yo sé que ya no crees en nuestro sueño.
Buscas seguridad retrocediendo.

Pero hasta en dirección equivocada
lo mío es ir contigo, compañero.


Si quieres, te acompaño en el camino
Si quieres, hoy me quedare contigo.


Escucha profecías, peregrino,
No seas testigo de desesperanza.
Es hora que levantes la cabeza
Y, aunque anochece, alientes la confianza.


Pues es posible ver de otra manera
La trama que se te hizo tan confusa.
¿No ves el hilo de oro de la Pascua
que rediseña todo lo que cruza?

¿No ves que desde dentro de las muertes
la muerte fue implotada y ya no mata?
Y se revela el nombre de la Vida:
Y el nudo que te ataba te desata.

Partir juntos el pan en nuestra mesa
descifra quiénes somos y seremos.
La Pascua nos irrumpe, amor de amores,
lo más vivo venciendo lo más muerto.

Si quieres te acompaño en el caminoooooo. 

 
Por fin sabrás quién soy, sabrás quién eres,
Mientras despiertas del antiguo sueño:
Y entenderás que es fiel a sus promesas
El Dios que prometió ser compañero.

Y de la historia mía y de la tuya
Ya no te escaparás, ni tendrás miedo.

Verás la historia como historia abierta
Y la esperanza arder su ardor sereno.

Y sentirás nostalgia de tu gente.
Y querrás compartir tu aliento nuevo.
Sin más demora, ponte ya en camino.
Sin más demora, ponte en medio de ellos.

Y brillará en tu fe de caminante
Mi nombre y mi misterio de “camino"

Y de mi fiel estar-acompañando
Tu amor de acompañante será el signo.


Si quieres, te acompaño en el camino



-Seba convocando a los chicos de Tintina con el super megáfono-



Eduardo Meana
(Más canciones etc, por acá)

11.3.13

Ancianópolis


A veces me pregunto si seré súper pesada iniciando conversaciones con extraños que solamente quieren llegar a sus casas, pero sin embargo fueron muchas las veces en que terminé conociendo la historia de vida del anónimo pasajero de tren o colectivo que se sienta por casualidad -o quizás no tanto- al lado mío y pude compartir una pequeña parte de su dolor o por lo menos le saqué una sonrisa. Me estoy acostumbrando a sentirme cómoda conociendo desconocidos, y creo que es un hábito particularmente contagioso y fácil de adquirir teniendo en cuenta que las demás personas en el vagón no son solo masas orgánicas corpóreas.
Así fue como una noche lluviosa me encontré con Roberto y su silla de ruedas en la estación. Resulta que vivía el geriátrico de la vuelta de casa, y se iba a mudar en pocas semanas para Uruguay. Ese hogar no tiene muy buena fama, y de afuera siempre me pareció un poco abandonado. Le conté que Juampi y algunos de los chicos quisieron ir a dar una mano, pero no los dejaron entrar. Dijeron que para empezar a visitar a los abuelos regularmente teníamos que pedir un permiso especial en la municipalidad, algo super burocrático y denso. Roberto me dijo resueltamente que no querían que entremos porque no quieren a nadie rompiendo las bolas cuando las enfermeras y demás empleados roban todo olímpicamente.
Le pregunté si estaba seguro, y empezó a largar una catarata de razones por las cuales esas personas son una porquería: Enfermeras que se quedan casas de pacientes, muebles y ropa que desaparecen de un día para el otro; se robarían hasta el agua de los floreros, pero no pueden porque no hay ni una flor que aporte color en ese paisaje triste.
Roberto es un luchador de toda la vida, incansable. Me quedo con su historia y la garra que sigue poniendo. Quiso organizar proyectos para adentro y afuera del geri, pero nadie lo ayudó. 
Hace una semana más o menos fuimos a visitarlo con La trexis y Juampi, sin estar seguros de si íbamos a poder entrar, solamente con un nombre y número de pabellón. Sin embargo después de que me pidieran mi nombre y documento, el señor de la puerta se dio cuenta de que nunca habíamos ido y amablemente nos indicó donde estaba mi amigo. 
-Si quieren recorrer un poco, vallan hasta la plaza principal por esta misma calle doblando para la derecha, la que tiene el mástil, y van a ver que se bifurcan tres caminos, agarren el de la derecha y van a ver una subida, crucenla nomás y el último de aquel lado es el Cinco. 
Por esas indicaciones parecía que estábamos a punto de entrar a un bosque. Pero por suerte podíamos entrar nomás.
Al principio me sentí un poco perdida, lo que no es una sensación nueva para mí, pero en La trexis suele ser preocupante.
El paisaje es casi surrealista, de verdad hay una plaza con un mástil gris y sin bandera, cercada por árboles. Calles vacías, edificios muy viejos y medio destartalados. Recién al acercarnos un poco a los pabellones empezamos a ver personas. Viejitos sentados lejos unos de otro, cada uno en la suya, y rematando la escena un par de kioscos.
-Ah bueno, ¿¡También hay kioscos acá adentro?!¿Por qué?
-Mirá, dice "cargas móviles"
-Esto es Ancianópolis, casi como en Los Juegos del Hambre. Ah, no, era en Traición, otro libro malísimo...
Finalmente llegamos al Cinco. Ubicamos fácil a un enfermero en una sala con masomenos treinta abuelos sentados mirando la tele, casi todos fumando. ("¡Estaban fumando y la sala decía Prohibido fumar"!) Cómo la mayoría estaban de espalda, y yo ya estaba dudando de poder reconocerlo, le pregunté dónde estaba Roberto.
-¿Roberto?-me dijo extrañado.-¿Habrá algún Roberto por acá?
Llamó a otro enfermero que tampoco estaba seguro.
-¡Roberto!¿Hay algún Roberto acá?-preguntó a todos en general.
Empezaron a debatir con un par de viejitos más cercanos quién podría ser Roberto hasta que uno se acordó que ya se había ido. Le dijimos a los enfermeros que le avisaran que habíamos pasado por ahí cuando volviera a buscar sus cosas.
Saliendo otra vez al pasillo, La trexis con una punzada de dolor psicosomática en un costado, nos sentamos a charlar con Euge, una señora que está ahí desde hace trece años.
Sí, hay kioscos porque la comida es horrible. El que puede, se compra ahí mismo. El que no, se embroma.
Si, se puede fumar tranquilamente. Es más, la enferma les convida puchos.
No, la gran mayoría no tiene familia, porque como dijo Euge "No tengo familia, pero si tuviera una familia que me quisiera no estaría acá". Capaz pienso un poco diferente a esta viejita triste pero simpática, porque vimos un par de familiares el tiempo que estuvimos ahí. Me parece que es gente que no cuenta con los recursos para tener a sus abuelos en otro lugar, o prefiero creer que a un buen número le pasa eso.
Pasados unos minutos se sentó con nosotros otra señora, y después cuatro más y un par de perros. No deja de asombrarme lo agradecido que alguien puede estar por tener a alguien pata charlar un rato y nada más. Juampi les preguntó si les gustaría que volviéramos y todas contestaron muy entusiasmadas.
Emprendimos la retirada con la alegría triste, o si se quiere ver desde el punto de vista optimista, una tristeza alegre de cuando queremos meter las manos en la masa para tratar de arreglar un poco algo que ya tendría que estar bien.
-Juampi, convocá a tus soldaditos de Dios... Esto es una guerra. 

1.3.13

"Apurate a cambiar al mundo, antes de que el mundo te cambie"

Hoy Juampi me contó que uno de los mejores profesores que tuve le dijo eso una vez.
Tengo miedo de que el mundo me cambie y volverme una adulta gris y rutinaria. Creo que es uno de mis mayores miedos, y me pasó varias veces por al lado.
Hay gente que dice que eso es madurar. Darse cuenta de que nada es como queremos y que es totalmente inútil de nuestra parte enfrentarnos a esos monstruos enormes que nos tienen presos: el sistema, el capitalismo, el consumismo, el individualismo, el sinsentido del ajetreo cotidiano. Que somos hormiguitas de paso por la vida y lo mejor es disfrutar de nuestro escaso tiempo terrenal con las reglas de juego que alguien alguna vez escribió. Que no vale la pena arriesgarse por grandes ideales abstractos: No vale la pena la solidaridad con el otro, la búsqueda de sentido, la confianza en lo ultramaterial, el arte, ni la política ni nada de lo que nos hace humanos. 
A mi me parece más bien que madurar y crecer es otra cosa. Ser más conscientes de la realidad gracias a los años vividos no tiene que aplastar la capacidad que tenemos todos de asombrarnos como chicos de lo más simple. Es que siempre quedan tantas cosas por saber y hacer... Se puede ser joven para siempre, y creo que es una buena idea. Se puede descubrir nuestra pequeñez y asumirla, enfrentarnos con los monstruos reconociéndonos chiquitos... pero firmes. 
Cada persona cambia el mundo a cada momento, por la sencilla razón de que todos estamos en el mismo barco, no podés bajarte de la tierra. Lo que si podemos es decidir entre el conformismo facil y la obediencia a los monstruos o el combate a muerte. Probablemente se nos pase la vida peleando, pero como me dijo hoy La trexis "el incorformismo no es incompatible con la felicidad". Por el contrario, la felicidad sospecho que es la adecuación a nuestra naturaleza, el ser fieles a nosotros mismos. 
Sé que no voy a cambiar mucho. Ni siquiera puedo cambiar a nadie que no quiera cambiarse a si mismo. Pero si soy un granito de arena, estoy dispuesta a ser un granito de arena movedizo. Por suerte no estoy sola en esta. Tengo un puñado de amigos que son superheroes -y no precisamente yankis.-