10.2.12

Sobreviviendo en el pre-universo universitario.

Wowowo. Una semana completa llevo de vida pre-universitaria. Creo que nunca aprendí tanto en tan poco tiempo, fue como un licuado de conocimiento concentrado bebido a borbotones. No solo por el parcial al cual ya fui sometida, ni por la cantidad de reglas actualizadas de la RAE que trato de ir integrando -¿Ven?, voy a intentar sustituir mis característicos y simpáticos paréntesis por un par de guiones estéticamente académicos-. Esta semana me llené de caras nuevas, nombres y apellidos generalmente difíciles de pronunciar, largas escaleras hasta el tercer piso, semáforos a los cuales hay que prestar atención para evitar morir aplastado por oposición a los de mis tierras oriundas y cuasi campestres del lejano Oeste, GENTE, nuevos hábitos de aprendizaje intentando sacarle provecho a mi maltrecho cerebro con poco descanso, direcciones, autos, combis, subtes, colectivos, trenes, textos, ejercicios gramaticales (¿Pulquérrimo, nigérrimo? ¿Qué carajo?), preguntas sobre teología y discusiones sobre la naturaleza de la belleza en el arte.
Y todo empezó conmigo y una sensación de aplastante soledad, mirando desde abajo una amplia escalera de mármol, intentando localizar donde estaría la pizarra indicando el dato que me era preciso saber. Obvio que me equivoqué de renglón al leer donde se suponía que iba a estar mi aula. Por lo cual terminé en un aula equivocada, en un edificio equivocado, lo que provocó que llegara a la hora equivocada.
Subiendo la escalera a un paso no lento pero respetable -igual ya llegaba tarde- escuché un par de pasos ajenos al costado, pertenecientes a un chico agitado y con barbita. Lo tildé de filosofo y al final resultó ser de letras, el resultado fue el mismo: era el primer compañero que conocía. Y ninguno de los dos se acordaba el número del aula, así que obviamente entré a una clase bastante concurrida con el pizarrón lleno de MATEMÁTICA avanzada y pregunté si aquello era Filosofía. Ríanse muchachos. (Y se rieron bastante ruidosamente).
Cuando finalmente entramos tarde al aula correspondiente, descubrí que la chica del ingreso me había engañado cruelmente. "Hay un montón de chicos este año". Mjum, había adentro del aula moderna alrededor de 25 personas. Y no hay que olvidar el detalle de que constituimos dos carreras, de las cuales el poco más de la mitad elige Letras.
En pocos días me dí cuenta que no importaba la cantidad: Cada uno de ellos resulta muy interesante porque está totalmente chiflado. Probablemente sea por dormir poco y vivir apurada, pero los que me rodean afirman que estoy más loca que lo normal debido a algún tipo de factor patógeno en el nuevo ambiente. Personas con amplios conocimientos, cuatrilingues, intransigentes, hiper religiosos, ateos furiosos, a veces un poco soberbios... Todos portando amor a lo teórico y odio al practicismo, una larga lista de lecturas, y un montón de concepciones sobre un amplio catalogo de temas.
Ok, de verdad extraño a mis compañeras, pero creo que si apruebo el curso -cosa que resultaría fructífera- este nuevo lugar podría llegar a ser eventualmente un buen lugar para aprender integralmente.

2 comentarios:

  1. Pinta lindo el nuevo ambiente, me alegro por vos.
    Que te vaya más que bien en los estudios.
    Saludos.

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  2. M gustó mucho tu manera de verlo, de contarlo, ya que seguramente fué esencial la manera en que lo sentiste todo en ese momento. A pesar de los líos con los salones o la equivocación con Matemática, elegiste llevarte lo mejor y justamente eso es lo que va a llevarte a vos hacia la meta.

    Un beso grande y buena energía desde acá!

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