16.6.12

Salto.

Todas las carencias en el hombre resultan dolorosas, somos seres carecientes: nadie es perfecto. Es triste que a alguien le falte algún sentido, que tenga hambre, que nunca nadie le haya enseñado nada, o que nadie lo haya querido. Pero la ausencia que me provoca más dolor en las personas es la de pensamiento, no cuando de lo que se carece es de capacidad física, sino cuando la carencia es de la voluntad. Las personas voluntariamente pobres de alma. 
No deja de resultarme dolorosamente llamativo encontrar este rasgo en el día a día, en mayor y en menor medida. Personas que ante situaciones concretas que no podrían dejarlas al margen se quedan calladas, esquivan la mirada, le restan importancia. ¿Cómo hacer para esquivar algo que te atraviesa de lado a lado? ¡Y de alguna manera lo logran! Tienen escudos superpoderosos hechos de pragmatismo, individualismo, y otras formas de zombidización.  
El otro día hablando con un joven buen amigo sobre otra persona, me dijo: "Ella no cree. Bah, cree que "hay algo", que es solamente una forma cobarde de no creer." Vale aclarar que uno puede creer "en algo" de muchas maneras. Hay tantas formas de creer, de no creer, de empezar a creer y de dejar de creer, y hay múltiples razones para ser ateo, el ateísmo ideológico es una respuesta muy cuerda a una inquietud esencialmente humana. Entiendo la Fe en religiones que no sean la mía, ¿Pero qué es esto de creer en la posibilidad de que exista un sentido en todo, adivinarlo un poco entre muchísimas dudas, y no investigarlo? ¿Cómo vivir esquivando la pregunta que nos persigue en una cuatro por cuatro todo terreno? No puedo entenderlo. Y enserio, hablé de todos estos temas que no pasan por televisión con casi todas las personas que me crucé en mi vida. Familia, amigos, amigos de amigos de amigos, compañeros, profesores y personas que conocí en distintas actividades, remiseros a patadas: he tenido charlas muy insólitas con gente diversa, gente loca de remate, gente loca un poco nada más y gente loca que se hace pasar por cuerda. Puedo encontrar un sentido en la mayoría de las cabezas que conozco, pero no en aquellas cuyos dueños se esfuerzan por esquivar la búsqueda de sentido. No solamente en el aspecto religioso, cierran la persiana a todo aspecto de realidad un poquito profunda. 
Cuando alguien se pone a hablar de política, o del espacio, o del documental sobre los cazadores de cazadores de tigres del National Geography, ruegan cambiar de tema, se vuelven a refugiar cómodamente en lo que pasó ayer en Tinelli, en la película yankie pedorra que estén pasando en el cine, en el histeriqueo con el chico/a de turno y se ríen con la misma risa carente de humor. Los días transcurren según la preocupación de como malgastar el fin de semana al máximo, antes de volver a ser esclavos de la rutina-no pueden darse cuenta que sus espacios de entretenimientos siguen siendo rutinarios-. 
De verdad, hay personas que creen vivir de la manera más pragmática esquivando precisamente la pregunta de las preguntas: ¿Por qué?¿Por qué todo esto?. Y no hay forma de que el para se quede en para, tarde o temprano necesariamente aparece el porqué. ¡Pero de alguna manera lo esquivan!
Ay, ¡Qué ganas de sacudir al mundo! ¿Cómo pueden estar tan apagados? ¡Todos estamos vivos muchachos! Y no puedo empujarlos, nadie puede, porque el movimiento que les falta es de adentro. Solamente confío en que viendo como tanta gente de colores algún día se les ocurra encender motores, por lo menos un ratito. 
Hay cosas que ineludiblemente encienden ese motor, pero que genial debe ser tenerlo en marcha 24 hs, sin vacaciones. Llega un punto que cualquier cosa lo prende, un edificio viejo, el reflejo de la luz en el papel de un caramelo en el suelo, la sensación de sacarle la cáscara a una mandarina. Al final cualquier cosa puede ser un puente al otro aspecto de lo mismo, cualquier cosa abre un abismo inabarcable sin fin, lugar idóneo para jugar a las escondidas con el que quiera acompañarnos vacío abajo.
Y así como lo que más me duele es ver personas esquivando estos pozos, creo que lo que más me hace feliz es ver a alguien saltando. ¡Fuera abajo!

*Lucy, una pequeña amiga de Chañarmuyo. PH Pachufrita

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