20.8.14

Un Dios que baja de la montaña

"Con justicia se han desmoronado los templos de los dioses; con justicia se guardan en museos sus estatuas; su culto, hasta donde fue ordenado y reglado, debió de haber sido un monstruoso desatino, pero la jaculatoria que se elevó a ellos desde pechos torturados y las lágrimas que el padre cartaginés vertió cuando ofreció a su hijo en sacrificio a Moloch, no pueden no haber sido vistas, no haber sido escuchadas. ¿O acaso Dios tendría que haber estado esperando sentado sobre el Sinaí o incluso sobre el Gólgota? No, así como del Sinaí o del Gólgota no parten caminos sobre los cuales con seguridad Dios pueda ser alcanzado, así tampoco Él puede haberse negado a salir al encuentro de aquel que lo buscó sobre los caminos e herradura en torno del Olímpo. Ninguno de los templos construidos está tan cerca de Dios como para que el hombre puede confiarse de esta cercanía, ni ninguno está tan lejos como para que su brazo no pueda extenderse con facilidad hasta allí; ninguna dirección desde la cual Él no pueda venir, sí, ninguna dirección desde la cual Él no pueda venir, ninguna desde la cual debiera necesariamente venir, ningún tronco caído en el que Él alguna vez no haya fijado morada, y ningún Salmo de David que no llegue siempre a sus oídos"

Franz Rosenzweig

El sol compartiéndose generosamente en la capilla del Máximo

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