22.1.13

Despertar a alguien es tirarle el universo encima

Desde una revistita de Clarín que me dio el abuelo:

Un poema
2 de Octubre de 1980

Anverso.
Dormías. Te despierto.
La gran mañana depara la ilusión de un principio.
Te habías olvidad de Virgilio.
Ahí están los hexámetros.
Te traigo muchas cosas.
Las cuatro raíces del griego:
la tierra, el agua, el fuego, el aire.

Un solo nombre de mujer.
La amistad de la luna.
Los claros colores del Atlas.
El olvido, que purifica.
La memoria que elige y que reescribe.

El hábito que nos ayuda a sentir que somos inmortales.
La esfera y las agujas que parcelan el inasible tiempo.
Las dudas que llamamos, no sin alguna vanidad, metafísica.

La curva del bastón que tu mano espera.
El saber de las uvas.
Reverso.
Recordar a quien duerme
es un acto común y cotidiano
que podría hacernos temblar.

Recordar a quien duerme
es imponer a otro la interminable
prisión del universo.

Y de su tiempo sin ocaso ni aurora.
Es revelarle que es alguien o algo.
Que está sujeto a un nombre que lo publica.
Y a un cúmulo de ayeres.
Es inquietar su eternidad.
Es cargarlo de siglos y estrellas.
Es restituir al tiempo otro Lázaro.
Cargado de memoria.
Es infamar el agua de Leteo.

Jorge Luis Borges


-Si, estoy teniendo partes del pelo azules/violaceas/verdes-

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