1.1.13

¿Misionar?¿Y eso qué es?

A mis viejos no les copaba mucho que me fuera a misionar. Pero sospecho que cambiaron de parecer, a juzgar por la cantidad de personas a las que les cuentan que me estoy yendo a Santiago del Estero mañana, porque creo que hay una relación directamente proporcional entre el orgullo que sienten los padres ante algo notorio en la vida de sus hijos y la cantidad de personas a las que se lo cuentan.
Sin embargo no toda la gente a la que le comentan comparte la opinión de que lo que vamos a hacer es algo para estar contento. El típico diálogo es masomenos así:
-Ah, mirá vos. Y... -entiendo que está buscando la mejor manera de preguntarme por la utilidad del viaje- mmm, ¿Qué vas a hacer allá?
-Bueno, llevamos merienda para los chicos, útiles, y ropa si nos entra, organizamos juegos para chicos y grupos para madres. Pero básicamente vamos a hablar con la gente.
-¿Hablar?¿De qué?
-¿Viste cómo hacen los Testigos de Jehová o los evangelistas, qué van de puerta en puerta? Es un poco así, hay algunos católicos que también hacemos eso. Tocamos la puerta, y preguntamos si les gustaría hablar, leer la Biblia, rezar. Algunos nos abren. No vamos a imponer o a enseñar: vamos a compartir. Así se vive la vida y también la fe, compartiendo.
-Ah...-el interlocutor en este momento parece considerar la cosa un poco aburrida- Bueno, llévate cosas frescas porque te vas a morir de calor. Shorcitos y musculosas...
-Mmm, no podemos llevar esas cosas, las monjis dicen que son medio provocativas. Tengo que llevar remeras manga corta y pantalones o polleras largas.
-¡¿Qué?! Bueno anda siempre con una botellita de agua...
- Sí, claro. No hay mucha agua en realidad, pero bueno.
-¿Cómo que no?
-Y, no. Nos vamos a bañar día por medio. Voy a estar super sucia, porque entre eso y el calor...
-Vos estás totalmente loca.
-Puede ser, pero no por eso. Hay gente que hace cosas mucho más sacrificadas, algunos misionan sin luz, un par de mis monjas anduvieron por África. Y de cualquier forma los chicos siempre vuelven felices.

Creo que eso es lo que llama la atención, y se contagia a los demás. Es un pequeño detalle bastante importante: vuelven felices.
Diría que vale la pena, pero la verdad no hay pena. Seguramente extrañe los ventiladores, la comida de mamá y mi ducha. Pero no estoy preocupada por esas cosas.
Me parece que vale la vida, y voy a comprobarlo en unas horas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Y a vos qué te parece?