24.1.13

Hormiguitez

Hace unas semanas, -bastantes, en realidad creo que en diciembre- estaba haciéndome el cotidiano matecocido de las cinco, cuando me asaltaron sin evidente razón las preguntas pesadas y bastante tortuosas sobre el mal. Traté de no darles pelota, no quería que me arruinaran mi dulce matecocido, pero fueron bastante insistentes, como siempre.
El texto que anda circulando por feisbuck y alrededores sobre el joven alumno que defiende la existencia de Dios contra su profesor y sostiene que el mal es la ausencia del bien, que en sí no existe, como no existen la oscuridad ni el frío, si no que estos son ausencia de luz y calor... Es super lindo. Incluido el colorido detalle de que el alumnito despierto termina siendo ni más ni menos que Einstein.
Pero la verdad es que está. No existirá como tal, y todo lo que quieras... pero está. Se siente. Y jode.
Creo que es una de las grandes preguntas del hombre. Bah, en realidad, sospecho que es una de las muchas caras de la única pregunta del hombre. ¿Qué es todo esto?
Me parece que la de ese texto es una buena respuesta, pero está lejos de estar cerrada. Y entonces, así me encontró otra vez la pregunta, porque me fui dando cuenta con el tiempo de que la dimensión del mal es más grande de lo que pensaba.
Siempre fui un poco socrática en ese sentido, me parecía que el mal que hace el hombre es en realidad ignorancia en acción. No podía entrarme en la cabeza como alguien puede hacer mal algo, sabiendo pero de verdad, internamente, lo que está haciendo. Pero sí: Ahora sigo creyendo que el hombre es naturalmente bueno, que toda persona está inicialmente llamada al bien. Pero que hay gente forra con conciencia, la hay.
Y entonces, bastante perturbada, miré por la ventana. Una manchita negra se movía, y me pareció que era una hormiga moviendo a otra. Salí al patio a comprobarlo, y me agaché a mirar la escena que trascurría casi bajo mis pies.
Pensé en una clase de teología que hablamos de un Darwin horrorizado ante una naturaleza esencialmente cruel y destructiva. ¿Que hubiera pensado de esa hormiga solidaria?
Una hormiguita ajena a todos los problemas del mundo. Al presidente moribundo de Venezuela, y a la guerra de oriente, y las millones de personas que sufren. Probablemente ni siquiera sabía del sufrimiento de sus congéneres hormigas. Y sin embargo ahí estaba, levantando a otra compañera.
Tenía ganas de ayudarla, -actitud bastante incoherente por mi parte, habiendo matado anteriormente a tantas de sus compatriotas-, pero obviamente, con la suavidad que precisamente no me caracteriza, no hubiera podido agarrarla sin aplastarla, y tampoco llevarla a su hormiguero. La única que podía hacer algo era ella. Así de chiquita.
Volví a mi matecocido sabiendo más que cada vez sé menos pero decidida a, sin nunca dejar de preguntarme, dar lo mejor de mí aunque no entienda nada. Ofrecer mi hormiguitez.

-Con Jesús en el Calvario de Tandil-

1 comentario:

  1. Vicky, hay un premio para vos en mi rincón... :)

    ¡Te espero!

    ¡Beso gigante!

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